Pagar las bolsas de plástico

Hace unos años, se instauró una normativa que obliga a los consumidores a pagar las bolsas en los comercios. Tras el auge de las bolsas de fécula de patata que finalmente, quedó en nada y las bolsas de plástico convencional volvieron a escena, los gobiernos, decidieron que la mejor manera de hacer un uso responsable de las bolsas, es cobrándolas. Si bien es cierto que, en la actualidad, las bolsas de plástico suelen ser en su mayoría provenientes del reciclado y materiales sostenibles y biodegradables, la lucha contra estos inocentes envases, no termina.

Nuestros amigos de Bioplásticos Genil, corroboran que la producción de bolsas de plástico, no decae y su consumo, tampoco. A si mismo, nos cuentan el porque se cobran y a que se debe los diferentes precios que podemos encontrar en los comercios. Sabedores de que esta normativa parte de la legislación europea y española para limitar el consumo masivo de bolsas de plástico por el impacto medioambiental que causan, la cuestión es, si la medida es eficaz.

Mientras que la legislación empezó a aplicarse en el año 2018, no fue hasta 2020, que la prohibición absoluta de utilizar bolsas de plástico ligeras y fragmentables, se impusiera. Razón por la que en algunos comercios ya no existe la opción de adquirir aquellas bolsas más baratas, finas y de poca calidad que no podían reutilizarse.

A razón de ese Real Decreto que prohíbe el uso de bolsas de un determinado espesor, peso y características, solo pueden utilizarse bolsas más gruesas y que puedan degradarse en la naturaleza.

Desde la entrada en vigor de este peculiar Real Decreto, comprobamos que la distribución gratuita de bolsas de plástico se hace realidad y que ningún comercio se encuentra exento de su cumplimiento. Sin embargo, en algunos comercios, son tan amables de no cobrarnos por la bolsa que nos da la impresión de que nos están tomando el pelo.

Unos cobran y otros, no

Así es. Algunos comercios cobran la bolsa, otros la regalan. ¿Por qué? Es posible que ante esta duda que desconcierta al consumidor, se haya reparado en la calidad de la bolsa. Ciertamente, cuando el comercio te obsequia con la bolsa, esta suele ser de muy poco espesor y bastante mala calidad. Esto es porque las bolsas de plástico con un espesor inferior a las quince micras o las superiores a cincuenta, fabricadas con un setenta por cien de material reciclado, están exentas de pago. Resuelta la duda, se entiende que el comercio asume ese cargo. Pues por ley, todos los distribuidores, tienen que cobrar al consumidor el precio estipulado.

En el sector del comercio, los consumidores son el último eslabón de la cadena. Respecto al tema de las bolsas, no se tiene muy claro el porque y mucho menos el para que. Cuando adquieres un producto o los que sean, dentro de esos costes se incluyen todos los servicios que el comerciante ofrece: el precio final de un producto incluye, costes de fabricación, embalaje, transporte si lo hubiera y bolsa, más la ganancia. En tal caso, se puede entender que se paga doblemente parte de ese servicio.

No obstante, los precios de las bolsas no son elevados, y van, como ya sabemos, desde los cinco céntimos, a los quince. Según su espesor y si se trata de bolsas biodegradables o compostables.

Puesto que las bolsas que ofrecen los comercios son parte del servicio que ofrecen, como ya hemos dicho, cada comercio debe elegir la que mejor se adapte a las necesidades de su negocio. No es lo mismo, proporcionar bolsas para transportar la compra que para llevar una joya. A su vez, la bolsa es parte de la imagen que el comercio quiere proyectar, se trata del envoltorio final del producto. Si estas llevan el nombre de la tienda, la publicidad que se le hace, no tiene precio.

Entonces, salvo las bolsas que son de pago obligado, los comerciantes, pueden decidir si regalan o no, el resto de bolsas. En lugar de asumir el gasto, la mayoría, por ley, te cobra esas bolsas como si de un producto más se tratara.

Es en este punto, donde nos vamos al Real Decreto que obliga a cobrar las bolsas de plástico de hasta cincuenta micras con la finalidad de reducir su consumo por los altos niveles de residuos dispersos que generan. Esto supone un uso inevitable de los recursos y contaminan el medio ambiente, como ya sabemos.

Por lo tanto, el cobro obligatorio de las bolsas de plástico no es un impuesto. Lo que el comerciante recauda gracias a ello, no se traduce en un gasto para él. Más bien se convierte en un ingreso del que obtiene beneficio si el coste de las bolsas es inferior al precio de vente.

¿El cobro de bolsas beneficia a todos?

Comprender esta medida no resulta fácil cuando te cuestionas ciertos aspectos de la misma. Se supone que cobrar las bolsas al consumidor final, produce un efecto de concienciación, gracias al que se hará un uso más responsable de las mismas. Es decir, se reutilizará la misma bolsa hasta la infinidad y posteriormente se reciclará.

La cuestión es que las bolsas, en gran medida, terminan donde terminan, eso es una realidad absoluta e incuestionable. Independientemente de si las pagas o no. La persona irresponsable, es irresponsable. Aquí podemos hacer una analogía con el caso de los animales: se compra una mascota o se adopta. Siempre ha existido la creencia de que, si pagas por algo, lo cuidas más. Pero ¿cuantos animales comprados a precio de oro han sido abandonados a los pocos meses? Sin embargo, quien adopta, no abandona. Si se hace que un ser vivo, que no se hará con una bolsa de cinco céntimos.

Con las bolsas, sucede algo similar: el que no recicla, no recicla, aunque le cobres cinco o diez céntimos. Los datos muestran una menor adquisición de bolsas, eso es cierto. Son muy pocos los que gustan de pagar por las bolsas, con lo que se buscan las vueltas para transportar sus compras. Pero, ¿se hace realmente por conciencia medioambiental?

En definitiva, una bolsa, contamina lo mismo la pagues o no. Si la ley te obliga a pagar las bolsas, sea cual sea la categoría de estas, poco importa el grado de sostenibilidad de las mismas. Cobrar las bolsas, en lugar de asumir el coste, puede sonar a camino fácil, en lugar de atajar otro tipo de problemas más importantes como los consumos no sostenibles que se generan en la cadena de suministro. Por lo tanto, los interrogantes y controversia que aun hoy se generan en torno a esta medida, a la que por otro lado, estamos habituados, redundan en si dicha obligatoriedad es beneficiosa para todos o solo para unos pocos.

Cada día se habla más de sostenibilidad, de economía circular y de como minimizar el impacto medioambiental con pequeños gestos. Este es uno de ellos, minimizar ese consumo de bolsas y sobre todo, el impacto de las mismas, esta en mano de todos los consumidores, por supuesto. Si embargo, para facilitar el consumo, no hay que poner más impedimentos. Al final, el consumidor acatará lo que le pongan delante. Si se trata de una bolsa de plástico, de papel o una hoja de parra para envolver, es decisión ultima del comprador. Las decisiones importantes al respecto, se encuentran en la fabricación y cadena de suministros.

Se trata entonces de que la responsabilidad la tienen los que extraen la materia prima, quienes fabrican las bolsas y el comercio en general. Las soluciones, deben partir de ahí. En lo que a las bolsas se refiere, estas deben ser de origen renovable, biodegradables, reutilizables y reciclables.

 

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