¿Tienes fe?

Yo no soy una persona religiosa pero reconozco que a veces me gustaría creer en algo, aunque no sé en qué. Lo de que haya un Dios que maneje los hilos de la vida no cuela, es como que no entra dentro de lo que mis neuronas son capaces de aceptar, por mucha fe que le pongo. Si pienso energía la cosa me cuadra un poco más, bastante más diría yo, pero aun así lo que leo no me cuadra del todo aunque hay cosas muy curiosas, y si pienso en esoterismo me suena todo más a superstición que a otra cosa.

Para gustos los colores, o eso dicen, y yo no voy a ser quien asegure lo que existe o lo que no, más que nada porque no tengo ni la más remota idea de nada, lo que sí puedo hacer es hablar de mis propias creencias, por ejemplo.

¿Habéis oído alguna vez hablar de niños que con 3 o 4 años aseguran haber tenido otra vida,  haber muerto de alguna forma concreta, y que luego olvidan todo eso en cuestión de un año o dos? Algunas familias incluso han llegado a corroborar la historia que cuentan sus hijos y se han dado cuenta de que los datos que daban, desde nombres, lugares o accidentes concretos, habían sido reales. Si todo eso es cierto, si es así, estamos hablando de que la reencarnación existe ¿no? y por tanto, la creencia esa de que la energía no se elimina, que solo cambia de forma, podría tener más sentido que nunca. Sin embargo, también encuentro “peros” a esta creencia y por tanto tampoco acabo de creérmela al 100%.

Se podría decir que, de alguna manera, soy una especie de persona que quiere creer pero no puede, y no hablo de una religión, sino de un “algo” que me dé la esperanza de que ese rollo del “más allá” o “más acá” pueda tener algo de sentido.

Esoterismo

Y después de esta reflexión llegamos la pseudo-ciencia de la que quiero hablar hoy, el esoterismo. Según la Wikipedia, Esoterismo es un término genérico usado para referirse al conjunto de conocimientos, doctrinas, enseñanzas, prácticas, ritos, técnicas o tradiciones de una corriente de pensamiento que utiliza secretos, símbolos incomprensibles o de difícil acceso y que se transmiten únicamente a una minoría selecta denominada iniciados, por lo que no son conocidos por los profanos. El esoterismo busca entender el mundo y a las personas a través de sus causas internas, a diferencia del conocimiento exotérico, que busca los efectos y las causas externas.

El esoterismo abarca un conjunto de prácticas, símbolos y rituales, tales como la adivinación (Quiromancia, cartomancia), predicciones (signos zodiacales, por ejemplo), uso de piedras como el ámbar, etc. Por extensión, el esoterismo se refiere a toda doctrina que requiere un cierto grado de iniciación para estudiarla en su total profundidad. En contraste, el conocimiento exotérico es fácilmente accesible para el público común y se transmite libremente. El concepto moderno y más popular que se tiene en occidente del Esoterismo, está dado por las prácticas y críticas de las creencias esotéricas presentes en el llamado Esoterismo occidental.

En mi opinión, cualquier creencia que nos aporte fe, esperanza o alegría y no cause ningún daño a nadie (efecto secundario) puede resultar provechosa.

Pensad en la persona que ha perdido a su hijo y tiene fe en que lo verá en el “cielo”, en una “segunda vida” o que piensa que, de algún modo, aún está a su lado. Sea cierto o no lo que piensa ¿qué más da si eso le ayuda a seguir adelante?

Pensad ahora en una persona que tiene dolores crónicos que la medicina no consigue aliviarle y, sin dejar el tratamiento que el facultativo experto le ha recomendado, decide probar también la acupuntura, la limpieza de chakras o los masajes de energía ¿qué más da si funcionan realmente o no siempre y cuando el paciente se sienta mejor? Por eso yo pienso que si hay algo que te aporta un beneficio, crean los demás o no en ese “algo” y siempre y cuando no dañe nada ni a nadie ¿qué tiene de malo seguir practicándolo?

Hace un par de semanas, una amiga de mi madre me regalo un perfume ritualizado, este de El Árbol de la Vida para ser exactos. Los perfumes ritualizados son aromas que se crean específicamente para ayudar a conseguir un resultado concreto.

La cultura egipcia fue la primera en alumbrar algo similar a una industria del perfume. En el Antiguo Egipto ya se elaboraban esencias, aromas y aceites destinados tanto a rituales religiosos como al uso profano. Los olores están profundamente enraizados, parecen conectarse directamente a lugares y situaciones. De esta forma, transportan mensajes que desencadenan determinadas emociones, ya sean recuerdos, presentimientos o deseos. Los aromas transmiten historias de países lejanos y de personas cercanas. Y, a menudo, nos hacen retornar a nuestra infancia y nos abren las puertas del mundo de nuestros sueños y anhelos. Hoy en día, de hecho, hay investigaciones al respecto en todo el planeta. Investigadores de Viena, por ejemplo, estudian las repercusiones en la salud de los trastornos del sentido del olfato y viceversa, es decir, en cómo los aromas pueden repercutir favorablemente en nuestra salud.

¿Y si fuera cierto y el perfume que me han regalado me ayuda a mejorar mi salud? ¿Y si aunque no sea cierto yo me lo creo y mi subconsciente genera alguna hormona que me hace sentirme mejor? ¿no sería igual de beneficioso?

Al final, no se trata tanto de lo que sea verdad o no sino de lo que la fe en algo puede aportarnos.

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