¿Qué elementos son imprescindibles a la hora de impermeabilizar?

Hablar de impermeabilización en la rehabilitación de edificios suena más aburrido de lo que es en realidad, pero en realidad es uno de esos trabajos que, aunque no se vean todos los días, genera un efecto visible entre un tejado que aguanta y uno que se transforma en un pequeño lago cada vez que llueve.

Si alguna vez te has asomado a un edificio antiguo y has visto manchas en las paredes o pequeñas filtraciones, seguro que entendiste la importancia de esta tarea. Hablamos de cubiertas planas, terrazas, azoteas y cualquier rincón que pueda sufrir la amenaza de la lluvia, y para lograr que todo funcione correctamente, hay que conocer los elementos imprescindibles que entran en juego.

Y no te preocupes: no necesitas un título en ingeniería para entenderlo, ¡Solo un poquito de curiosidad y ganas de aprender!

Impermeabilización de cubiertas paso a paso.

Antes de nada, conviene aclarar que la impermeabilización es mucho más que pegar un material encima y listo: cada proyecto tiene sus propias exigencias, desde la forma de la cubierta hasta la exposición al sol o al viento. Por eso, los profesionales siempre estudian el edificio, valoran los riesgos y seleccionan los productos más adecuados según el caso. Esto implica pensar en resistencia, durabilidad, flexibilidad y cómo cada elemento va a interactuar con el resto de la estructura.

En términos prácticos, hay varias estrategias que se repiten bastante en rehabilitación: se busca evitar que el agua penetre, proteger las estructuras de hormigón y madera y asegurar que cualquier filtración que aparezca pueda evacuarse sin causar daños. Todo esto significa que, al impermeabilizar, cada material y cada detalle tiene un papel que cumplir.

Materiales más populares y eficaces.

Entre los materiales que triunfan en impermeabilización encontramos opciones muy diferentes.

Los constructores de Geneo señalan como los más conocidos las telas asfálticas, láminas de PVC y EPDM, cada uno con características únicas que los hacen útiles en distintas situaciones:

  • Las telas asfálticas ofrecen resistencia y cierta flexibilidad.
  • Las láminas de PVC trabajan la ligereza con la impermeabilidad.
  • El EPDM se estira y se adapta como un guante a la cubierta.

Por supuesto, la elección depende del tipo de proyecto, pero lo interesante es que todos cumplen su función: retener el agua y proteger el edificio.

Preparar la superficie, el primer paso.

Antes de colocar cualquier material, hay que preparar la superficie correctamente. No sirve de mucho poner la mejor lámina si el soporte tiene polvo, restos de pintura o imperfecciones. La limpieza y el alisado son fundamentales: se eliminan partículas, se reparan grietas y se asegura que la superficie quede estable y uniforme. Algunas veces, esto significa rellenar pequeñas fisuras con mortero o aplicar una capa de imprimación que mejore la adherencia del material impermeable.

En la práctica, esto puede ser un momento divertido si te imaginas que estás preparando un lienzo gigante. Cada capa que aplicas, cada pequeño retoque, es como pintar la protección del edificio. Además, un buen acabado garantiza que los materiales trabajen bien y duren más tiempo.

Técnicas de colocación.

Existen diferentes formas de colocar los materiales. Las telas asfálticas, por ejemplo, suelen aplicarse en varias capas que se solapan, creando un escudo que el agua tiene difícil atravesar. Se usan soplete o adhesivos específicos para asegurar que queden perfectamente fijadas.

Con las láminas de PVC o EPDM, la instalación es más ligera y rápida, pero también requiere atención a las juntas y a los bordes, que son los puntos donde más problemas pueden aparecer si no se trata con cuidado.

Una técnica interesante es el sellado de cantos y esquinas, que son zonas especialmente vulnerables. En estos puntos, los profesionales aplican refuerzos o pliegues estratégicos que aseguran que no haya filtraciones. Aunque parezca un detalle pequeño, las diferencias entre una cubierta que se mantiene impecable y otra que empieza a dar problemas a los pocos meses son visibles.

Impermeabilización líquida.

Los sistemas de impermeabilización líquidos han ganado popularidad porque son muy versátiles. Se aplican con brocha, rodillo o incluso spray, y se adhieren a cualquier superficie irregular, creando una membrana continua. Esto resulta útil en cubiertas con geometrías complicadas o con elementos que sobresalen, como chimeneas o claraboyas. Además, algunos productos incorporan aditivos que los hacen resistentes a los rayos UV y a cambios de temperatura, algo fundamental en la rehabilitación de edificios expuestos al clima.

Estos sistemas líquidos funcionan muy bien sobre hormigón, madera o incluso sobre materiales ya existentes, lo que evita retirarlos completamente en rehabilitaciones rápidas. Cabe destacar que son especialmente prácticos cuando se busca rapidez sin comprometer la calidad de la impermeabilización.

Drenaje y evacuación del agua.

Impermeabilizar también es pensar en cómo se va a evacuar el agua que cae sobre la cubierta, pues un buen sistema de drenaje asegura que el agua no se acumule y que la membrana impermeable no tenga que soportar cargas extra innecesarias. Esto incluye pendientes correctas, canalones bien situados y desagües despejados.

En la rehabilitación, revisar el drenaje puede implicar pequeños cambios de geometría o añadir elementos de salida que no estaban previstos originalmente. A veces un simple ajuste en la dirección de los canales de agua mejora todo el rendimiento de la impermeabilización, y el edificio lo agradece durante años sin complicaciones.

Protección frente al clima y al desgaste.

El sol, el viento, la lluvia y la contaminación afectan a cualquier material con el tiempo. Por eso, además de colocar la lámina o membrana, se suelen aplicar capas de protección adicionales, como pintura específica, grava o incluso losetas transpirables. Estas soluciones ayudan a que la impermeabilización mantenga su eficacia y no se deteriore rápidamente.

Un truco de los expertos es pensar en capas superpuestas de protección. La primera capa es la impermeabilización principal, y sobre ella se añaden protecciones que absorben los impactos, los rayos UV y las variaciones de temperatura. Esto prolonga la vida del material y también evita intervenciones de mantenimiento frecuentes, que pueden resultar caras y molestas.

Mantenimiento y revisiones.

Una vez colocada la impermeabilización, el trabajo no termina. Las cubiertas requieren revisiones frecuentes para detectar posibles problemas antes de que se agraven. Esto incluye inspecciones visuales, limpieza de desagües y comprobación de juntas. Aunque la instalación sea impecable, cualquier material puede sufrir desgaste con el tiempo.

En rehabilitación de edificios, el mantenimiento regular es más económico que una reparación completa. Detectar un pequeño punto débil a tiempo evita filtraciones y humedades que luego serían mucho más difíciles de solucionar. Además, mantener la cubierta en buen estado ayuda a conservar el valor del edificio y la seguridad de sus ocupantes.

Consejos prácticos para profesionales y aficionados.

Si te animas a participar en un proyecto de rehabilitación, hay algunas recomendaciones que facilitan el trabajo:

  1. Primero, planifica bien todas las etapas y materiales necesarios antes de empezar.
  2. Segundo, respeta los tiempos de secado y adherencia de cada producto.
  3. Y tercero, presta atención a los detalles más pequeños: esquinas, juntas y bordes son los puntos donde más se nota un descuido.

Para quienes se acercan por primera vez a la impermeabilización, también es útil aprender a identificar los distintos materiales y sus usos. No todos los productos valen para cada cubierta, y aplicar uno incorrecto puede generar problemas en poco tiempo. Con algo de información, paciencia y cuidado, el resultado puede ser muy satisfactorio, casi como un pequeño logro creativo dentro de la rehabilitación.

Innovaciones y tendencias.

La tecnología y la innovación también han llegado al mundo de la impermeabilización. Hoy en día existen membranas más resistentes, adhesivos más eficaces y sistemas de detección de filtraciones que facilitan el mantenimiento. De hecho, algunas láminas incorporan indicadores de desgaste, otros productos se adaptan mejor a cambios de temperatura o humedad, y la gama de opciones permite a los profesionales elegir la mejor alternativa según cada proyecto.

El valor de la experiencia y la práctica.

Por último, la experiencia juega un papel importante. Cuanto más se trabaja en proyectos de impermeabilización, más fácil resulta anticiparse a los problemas y tomar decisiones rápidas y acertadas. Aprender con la práctica permite identificar el mejor material para cada cubierta, aplicar técnicas precisas y garantizar la durabilidad de la intervención.

Quienes participan en proyectos de rehabilitación comprenden que cada edificio tiene su personalidad: materiales, geometría y exposición al clima varían, y adaptarse a cada situación requiere observación, ingenio y dedicación. Esto convierte cada trabajo en un pequeño desafío personal que mejora las habilidades del profesional y asegura que el edificio quede protegido durante muchos años.

Entonces, ¿Qué es imprescindible a la hora de impermeabilizar?

A modo de resumen:

  • Material adecuado para la cubierta: según el tipo de edificio y superficie, como telas asfálticas, láminas de PVC o EPDM.
  • Preparación de la superficie: limpiar, alisar y reparar grietas o irregularidades.
  • Técnica de colocación correcta: aplicar las capas de manera uniforme, prestar atención a juntas, esquinas y bordes para evitar filtraciones.
  • Sistema de drenaje en condiciones: garantizar que el agua se evacúe adecuadamente mediante pendientes, canalones y desagües bien ubicados.
  • Protección frente a agentes externos: aplicar capas adicionales de protección contra rayos UV, viento, lluvia y cambios de temperatura.
  • Mantenimiento y revisiones frecuentes.
  • Uso de innovaciones y productos específicos: aprovechar membranas, adhesivos o técnicas avanzadas que mejoren durabilidad y facilidad de aplicación.
  • Experiencia y atención al detalle: observar el comportamiento de los materiales y ajustar la instalación según las particularidades de cada cubierta.

¡Con la información adecuada y un enfoque metódico, impermeabilizar puede ser muy fácil!

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