Agua

Maneras de ahorrar agua de cara al verano

Cuando se acerca el verano, empieza a sonar con más fuerza una pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿de verdad hay que preocuparse por el agua? Aunque a veces pueda parecer que el problema está lejos, lo cierto es que en España llevamos años arrastrando sequías, embalses a la baja y olas de calor que no ayudan precisamente a mejorar la situación.

A pesar de que este año la lluvia se ha dejado ver mucho más que en los años anteriores, el problema es que llueve mucho en cortos periodos de tiempo. Pero, para que no haya sequías, debe llover en menos cantidad, pero con más constancia.

Lo cierto es que si, hay que ahorrar agua. Y no se trata solo de cerrar el grifo mientras te lavas los dientes, el tema del agua es bastante más serio y amplio de lo que parece. ¿Quién gasta más? ¿Qué podemos hacer desde casa? ¿Y qué están haciendo las empresas? Para ver todo eso con datos claros y poder tomar buenas decisiones, sigue leyendo.

 

¿Realmente hay motivos para preocuparse por el agua?

Sí, los hay. No es una exageración. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, el 2023 fue uno de los años más secos de la última década en España. Y en 2025 la cosa, aunque pinta un poco mejor, no hay motivos para relajarse.

Además, la demanda de agua no para de crecer. Cada vez hay más población, más turistas en verano y más consumo asociado al estilo de vida actual. El cambio climático también afecta: veranos más largos, más evaporación, menos lluvias. Así que sí, el agua empieza a ser un recurso cada vez más limitado. No es algo lejano, la verdad es que nos toca muy de cerca.

 

¿Quién gasta más agua en la sociedad?

Cuando se habla del consumo de agua, mucha gente piensa directamente en las casas. Pero lo cierto es que los hogares no son los que más gastan. Según datos del INE, el reparto del consumo de agua en España queda más o menos así:

  • Agricultura: más del 80% del consumo total.
  • Industria y energía: en torno al 10%.
  • Suministro urbano (hogares, servicios, etc.): el resto, aproximadamente un 10%.

Esto significa que la mayor parte del agua se va en regadíos. El problema no es solo cuánto se riega, sino también cómo se hace. Todavía hay muchas zonas donde no se usan sistemas eficientes, y parte del agua se pierde por evaporación o filtraciones.

En segundo lugar, están las industrias, sobre todo las energéticas (centrales térmicas, refinerías) y las fábricas que requieren agua para su proceso productivo (alimentación, textil, química…).

Los hogares, aunque son los últimos en la lista, también suman. Sobre todo, en verano, cuando se disparan el uso del aire acondicionado, las duchas largas, el riego de jardines y el llenado de piscinas.

 

¿Cuánta agua gastas tú en tu día a día?

En nuestro país, el consumo medio de agua por persona está en unos 130 litros al día. Parece mucho, pero si lo piensas, se va rápido:

  • Una ducha de 10 minutos: 100 litros.
  • Un inodoro con cisterna antigua: 10 litros por descarga.
  • Un lavavajillas viejo: hasta 30 litros por ciclo.
  • Lavar el coche con manguera: 250 litros.
  • Regar el jardín con aspersores: más de 1.000 litros por hora.

Como ves, los números suben sin que te des cuenta. Y si a eso le sumas un césped natural que necesita agua casi a diario en verano, el consumo se dispara.

 

¿Qué sectores empresariales gastan más agua?

Como vas a ver, hay sectores que destacan especialmente por su consumo:

  • Agricultura y ganadería: como ya vimos, son los que más agua consumen. Muchos cultivos necesitan riego constante, y en la ganadería, el agua no solo es para los animales, sino también para limpieza de instalaciones.
  • Industria alimentaria: todo lo que tiene que ver con procesar alimentos, limpiar instalaciones, fabricar bebidas o conservar productos necesita mucha agua.
  • Hostelería y turismo: hoteles, campings, piscinas, lavanderías… En verano este consumo sube mucho, sobre todo en zonas de playa.
  • Textil: fabricar ropa también consume litros y litros, especialmente en el teñido y el lavado industrial.
  • Química y papelera: estos sectores también figuran entre los más consumidores.

Aunque en general se les exige cumplir normas de eficiencia, todavía queda mucho por hacer. El agua no es infinita, y cualquier medida que reduzca su uso es bienvenida.

 

Consejos prácticos para ahorrar agua en casa

Estos son gestos normales, que puedes incorporar sin que te cambien la vida, pero que suman mucho si los haces con constancia:

  • Instala reductores de caudal en grifos y duchas. Apenas notarás la diferencia y puedes ahorrar hasta un 50%.
  • Revisa las cisternas del WC. Si son antiguas, cámbialas por modelos de doble descarga.
  • No uses el inodoro como papelera. Cada vez que tiras de la cadena estás usando agua potable.
  • Espera a tener la lavadora o el lavavajillas llenos antes de ponerlos.
  • Reutiliza agua siempre que puedas: por ejemplo, la del aire acondicionado para fregar o regar plantas.
  • Duchas cortas. Cada minuto que recortas puede suponer 10 litros menos.
  • Riega a primera hora o al anochecer. Así se pierde menos por evaporación.

Y si tienes jardín, hay una decisión que puede marcar la diferencia: olvidarte del césped natural.

 

¿Por qué cambiar el césped natural por uno artificial?

El césped es bonito, sí, pero mantenerlo en verano en zonas cálidas es un derroche de agua. Se calcula que mantener 100 m² de césped natural en perfecto estado puede suponer hasta 6.000 litros de agua al mes. Eso es mucha agua para algo que, siendo sinceros, no se usa a diario.

Aquí te presentamos una alternativa muy interesante: el césped artificial. Cada vez más personas están optando por él, no solo por comodidad, sino también por conciencia medioambiental.

La empresa Verde Ibérica, que se dedica a instalar y distribuir césped artificial, nos comenta que cada vez hay más personas buscando césped artificial para sus jardines y nos dice el porqué de este cambio:

  • Ahorro de agua inmediato: al no necesitar riego, ya no gastaremos esos miles de litros mensuales.
  • Cero mantenimiento: no tienes que segar, abonar ni fumigar.
  • Durabilidad: puede durar más de 10 años en buen estado.
  • Buen aspecto todo el año: ni calvas, ni amarillento en verano.
  • Sin barro ni charcos: ideal si tienes niños o mascotas.

Además, hoy en día hay modelos de césped artificial muy realistas, que no tienen nada que ver con esos de aspecto plástico que se veían hace años. La diferencia estética con uno natural es mínima, y si encima estás ahorrando agua y esfuerzo, el cambio compensa.

Pero tranquilo, hay modelos de césped artificial generados respetando las normativas tanto de salud como de reciclaje, así que ahí tienes dos puntos más a favor de esta gran idea para ahorrar agua.

 

¿Y en comunidades o negocios?

Este tipo de solución no solo es útil a nivel particular. Muchas comunidades de vecinos ya están sustituyendo jardines por césped artificial para reducir costes y consumo. También lo hacen hoteles, colegios, terrazas de bares o espacios públicos. En sitios donde hay mucho paso de gente, es una opción resistente, práctica y cada vez más común.

Además, al eliminar el riego se evitan fugas, encharcamientos o problemas con las tuberías. Y como no hay que aplicar fertilizantes ni pesticidas, también se reduce el impacto ambiental.

 

Otras formas de ahorrar agua a gran escala

Aunque lo que tú haces en casa es importante, también se puede pedir más compromiso a empresas, instituciones y ayuntamientos. Estas medidas están funcionando en otros lugares y podrían extenderse en España:

  • Reutilización de aguas grises en viviendas (la del lavabo o ducha para el inodoro).
  • Sistemas de riego por goteo en agricultura.
  • Recuperación de aguas pluviales en edificios públicos y centros comerciales.
  • Sistemas inteligentes que detectan fugas automáticamente.
  • Campañas de concienciación realistas, no solo carteles.

Todo eso también ayuda a reducir el consumo sin renunciar a calidad de vida ni bienestar. A veces solo falta voluntad o información.

 

Entonces, ¿vale la pena todo este esfuerzo?

La respuesta es sí. Aunque tú solo no puedas cambiar el mundo, cada gesto cuenta. Si en casa sois cuatro personas y reducís vuestro consumo un 20%, estáis ahorrando más de 30.000 litros al año. Y si además sustituyes el césped por uno artificial, puedes reducir ese gasto todavía más.

Es un ahorro económico, pero también de recursos. Y si todos hiciéramos lo mismo, el impacto sería enorme. Las soluciones no son extremas ni difíciles. Solo requieren un poco de atención y ganas de aportar algo positivo.

 

Cambiar el chip para cuidar lo que tenemos

El verano es una época para disfrutar, sí, pero también para pensar en cómo usamos los recursos que tenemos. El agua es uno de los más importantes, y no deberíamos seguir tratándola como si no tuviera límites.

Tú puedes empezar por tu casa: duchas más cortas, electrodomésticos eficientes, riego ajustado y, si tienes jardín, un césped artificial que te ahorre miles de litros cada mes. Pequeños cambios que, en conjunto, ayudan mucho más de lo que parece.

No se trata de vivir con miedo ni de obsesionarte con cada gota, sino de ser consciente y responsable. Porque el agua, aunque todavía nos parezca garantizada, no lo está. Y cuidar de ella, hoy más que nunca, está en nuestras manos.

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