Factoring: financiación a corto plazo

Montar un negocio o empresa requiere disponer de un buen presupuesto para sacar adelante la idea. En la mayoría de las ocasiones, la financiación es la clave para poder impulsar esa idea de negocio y levantar una empresa. Una vez que la empresa arranca, la liquidez es la única manera de mantenerla con el objeto de obtener rentabilidad. La liquidez, como todos sabemos, es el dinero disponible para facilitar el funcionamiento de la empresa día a día. Sin liquidez, una empresa no puede mantenerse mucho tiempo.

Cuando el negocio funciona, la liquidez se produce de forma paulatina. Sin embargo, en según qué momentos, puede ser necesario recurrir a financiación externa para obtenerla. Dentro de los modelos y tipos de financiación a los que las empresas pueden tener acceso, encontramos el factoring. Una modalidad cada vez de mayor actualidad y presente en el día a día empresarial.

Es posible que a la mayoría, este método para obtener la liquidez necesaria resulte desconocido, lo que resulta del todo natural, sobre todo si no tienes tu propia empresa o has necesitado recurrir a financiación externa para mantener o impulsar la misma. No obstante, tanto si eres un empresario con necesidad de financiación y no conoces las diferentes opciones o, tienes la idea de montar un negocio, o sencillamente por curiosidad, hemos consultado a profesionales en la materia. Desde Workcapital nos cuentan todo lo relativo al factoring, ventajas e inconvenientes incluidos, para que os contemos todo lo necesario sobre este tipo de financiación  y sus diferentes modalidades.

En nuestro país el tiempo medio de pago de una factura, ronda los ochenta días. El cuarenta y cuatro por ciento de las pymes, cuentan con facturas de cobro pendientes. De ese cuarenta y cuatro por cien, el once por ciento, asegura que nunca llegará a cobrar una décima parte de sus ventas. Esta situación puede significar la quiebra para un número de empresas bastante elevado. Sobre todo, las pymes que se pueden ver obligadas a cerrar por impagos o retrasos a la hora de cobrar las facturas. Para evitarlo sin necesidad de recurrir a los préstamos tradicionales de un banco, surge el factoring.

Financiarse con la propia factura

Así de paradójico. El factoring es un método de financiación que permite tener liquidez a las empresas sin la necesidad de asumir un riesgo bancario. Esta operación financiera consiste en que la empresa ceda sus facturas, las generadas por las ventas a una compañía que, por lo general suele ser un banco, aunque existen empresas privadas. Esta empresa, será la que se encargue de gestionar el cobro. A cambio, ofrece el importe de las facturas cedidas por la compañía, descontando un porcentaje a modo de comisión.

Como ejemplo para que se entienda, pondremos a la empresa X que ha hecho una venta a la empresa Z por un importe de mil euros. La factura vence en treinta días. Mediante la firma de un contrato, X cede la factura al banco o entidad de su elección que, entrega de forma inmediata novecientos euros. Es decir, un noventa por cien del total de la factura. De tal manera que el banco o entidad, se queda con los derechos de cobro, por lo que la empresa Z deberá abonar al banco o entidad el cien por cien de la factura. El resultado es que el banco o la entidad en cuestión, obtiene los mil euros, por lo que ha ganado cien.

En principio se trata de una operación limpia y sencilla que ofrece diversas modalidades como vamos a ver a continuación. El factoring con recurso y el factoring sin recurso.

El primer caso, supone que el banco no asume ningún riesgo de impago, pudiendo actuar contra la empresa que le cede la factura en el supuesto de que se produzca impago por parte del cliente o empresa. Será el banco quien lleve a cabo todas las medidas extrajudiciales necesarias para garantizar el cobro de la factura. No obstante, si se trata de un caso imposible de cobrar, el banco devolverá las facturas correspondientes a la empresa que las ha cedido, recuperando el importe que ha sido anticipado previamente.

Esta modalidad de factoring es la más habitual, salvo que se trate de empresas de mayor tamaño con una buena clasificación a nivel crediticio.

La otra alternativa de factoring, es el factoring sin recurso. En este caso, el banco se hace cargo del riesgo de insolvencia del cliente, por lo que no puede actuar contra la empresa que cede sus facturas en el caso de que se produzca un impago. Esta opción supone un incremento en el coste de la operación, por lo que los costes de la comisión, serán mayores que en la modalidad de factoring con recurso.

Ventajas e inconvenientes del factoring

A priori parece una solución bastante ventajosa. Por lo que vamos a detallar cuáles son las ventajas que supone esta modalidad de financiación inmediata, antes de pasar a los inconvenientes que puede presentar.

En primer lugar, destaca la liquidez inmediata. Sin duda, se trata de una ventaja tan clara como necesaria. Contar con liquidez en las cuentas de la empresa de forma instantánea es esencial. Visto que el plazo medio de pago de facturas entre empresas es de ochenta días (muy por encima del plazo legal, sea dicho de paso), y el procedimiento de reclamación no suele ser fácil, el factoring es una excelente solución, puesto que permite el cobro de la factura en el momento de su emisión. Se aplicará la comisión correspondiente pero conviene valorar la necesidad de liquidez, los plazos de vencimiento de la factura o la nudosidad del cobro.

El hecho de que no se generen deudas es otro plus añadido. El intercambio de derechos de cobro entre la empresa y el banco no genera deuda, por lo que si en un momento puntual, la empresa necesita recurrir a un préstamo, el factoring no resulta un factor negativo ni perjudicial. Por lo que se obtiene la liquidez necesaria sin tener que endeudarse.

Así mismo, se puede considerar el factoring como una externalización del servicio de cobro, lo que repercute en que la empresa no tenga por qué destinar ningún recurso a estas operaciones. Lo que permite dedicar los esfuerzos a producir y vender.

Por otro lado, en el caso de los factoring sin recurso, la entidad, antes de aceptar al cliente y la cesión de facturas, realiza un estudio sobre la empresa y su cartera de clientes. Esto resulta de gran utilidad puesto que puede utilizarse como asesoramiento financiero, se conocerán los puntos en los que se falla por lo que se puede utilizar la información para mejorar.

Como no es oro todo lo que reluce y, aunque se trata de una excelente solución, todo tiene su lado oscuro, veamos cuales son los inconvenientes que presenta el factoring para las empresas.

Ya hemos comentado que este sistema implica una comisión. Esto se traduce en un elevado coste a nivel financiero para la empresa. Las entidades que ofrecen este servicio se cobran una comisión por cada operación. La cantidad de la comisión oscila entre el dos y el tres por ciento del total de la factura a cobrar. Además del interés correspondiente en función del plazo de vencimiento, en caso de anticipación del crédito y la comisión por el coste del servicio. Sin olvidar que puede ser posible que repercutan los costes de seguro y los gastos de estudio. Como punto positivo, todo esto es negociable.

Otro de los aspectos negativos del factoring, lo encontramos en el caso de la modalidad de factoring con recurso. En este supuesto, la entidad bancaria devuelve la factura a la empresa, lo que conlleva una pérdida económica mayor.

En el caso de que no se comunique a los clientes la operación que se va a llevar a cabo, se puede generar una mala imagen, puesto que puede interpretarse que la empresa ha sido intervenida y se halla en una mala situación financiera.

También puede darse el caso de que la empresa de factoring acepte exclusivamente a clientes que por su solvencia y estandarización del proceso de cobro, no suponga ningún esfuerzo a nivel administrativo.

Por último, puede resultar un inconveniente para los clientes de la empresa que recurre al factoring, puesto que el derecho a negociar y retrasar o fraccionar los pagos lo tiene la empresa que cede las facturas y no a la que se le reclama el pago.

Como se puede observar, se trata de una alternativa bastante interesante para las empresas. Según los datos que ofrece la Asociación Española de Factoring, el segmento ha mostrado un crecimiento bastante notable en los últimos años, por lo que se entiende que son cada vez más las empresas que recurren a esta modalidad para obtener la liquidez necesaria.

En conclusión, como decíamos al principio, la liquidez no es otra cosa que el combustible necesario para que las empresas funcionen en su día a día. El factoring es la alternativa adecuada para ayudar a obtener esa inyección económica que necesitan para subsistir. En resumidas cuentas, el factoring no es otra cosa que un mecanismo de financiación a corto plazo por el cual la entidad financiera en cuestión, adelanta los cobros.

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