Llega el buen tiempo. Preparamos el césped para nuestros jardines, piscinas, etc. El césped es un ornamento vegetal idóneo para exteriores, pero no deja de levantar cierta controversia entre los defensores de la naturaleza. Te explicamos en este artículo como plantar y cuidar un césped fuerte y de calidad, respetando el medio ambiente.
El césped es una planta que requiere pocos cuidados, pero cuando se realizan tendemos a efectuar acciones irresponsables y contaminantes.
Los expertos de Saeco, una empresa distribuidora de suministros agrarios ecológicos, nos comentan que empleando fertilizantes ecológicos y bio-estimulantes se consigue un césped de calidad, reduciendo al mínimo el impacto sobre el entorno natural.
El césped es esa gran alfombra verde que nos alegra la vista en los calurosos días de verano. Aporta frescura y humedad en unos meses en los que el sol se muestra implacable. Nos resulta placentero caminar descalzos sobre el césped verde. Tumbarnos en él a la sombra de un árbol. Mucha gente en las ciudades, cuando más aprieta el calor, prefiere sentarse en el suelo, sobre el césped, a hacerlo en un banco del parque. Esto es debido a que la hierba nos aporta una frescura natural que contrarresta el calor.
Por otro lado, el césped no deja de ser una planta. Durante el día absorbe C O 2 y desprende oxígeno. Lo que contribuye a oxigenar la ciudad y a reducir la contaminación.
Sin embargo, muchos ecologistas se muestran detractores de esta planta. En primer lugar por el derroche de agua que se efectúa en su mantenimiento, y después, por el empleo de productos químicos para hacer que crezca rápido y frondoso. Agentes contaminantes que terminan filtrándose en los acuíferos de ambientes naturales y urbanos.
Este tema, propongo tratarlo más tarde. Viendo cómo afrontarlo. Empezaremos por ver cómo plantar el césped y terminaremos por estudiar cómo minimizar su impacto.
Cuándo plantar el césped.
Un artículo publicado en el periódico El Español indica que la primavera y el otoño son las dos mejores épocas para plantar césped natural en un jardín. Se debe a que para que germine la planta se necesita un mínimo de humedad y una temperatura suave.
Abril y mayo son dos meses en los que se suelen producir bastantes lluvias, que no llegan a ser torrenciales y aportan la cantidad de agua necesaria para que crezca la hierba.
Lo vemos en la naturaleza. Al mismo tiempo que los campos floreces, la hierba silvestre crece sin control por todos los rincones. Una de las ventajas que tiene el césped, es que si plantamos en un entrono adecuado en poco tiempo nacerá. Si efectuamos la siembra en abril, para finales de junio, que es cuando llega el verano, lo tendremos en perfectas condiciones.
Una vez nace la planta, es recomendable que esperarnos unas semanas antes de realizar la primera siega. Es decir, cortar el césped. Es normal que surja de forma desigual. Si le damos un poco de tiempo, permitiremos que la planta coja más fuerza y las raíces prendan en la tierra.
Cómo plantar el césped.
Cuando hemos decidido dónde vamos a plantar el césped, lo primero que tenemos que hacer es arrancar las malas hierbas del terreno y dejarlo limpio. Eso lo haremos, removiendo la tierra con una azada a unos 20 centímetros de profundidad.
A continuación debemos añadir fertilizante orgánico. Esta es la fuente de la que se va a alimentar la hierba. Si vemos que el terreno es muy seco, pondremos una capa de arena, esto ayudará a drenar la tierra.
Tenemos dos opciones para plantar césped:
- Sembrar semillas de forma tradicional. Lo podemos hacer manualmente o por medio de una máquina.
- Colocar un tepe. Una rejilla con varios metros de césped ya crecido, que se suele vender enrollado. En este caso lo desenrollaremos sobre el terreno y lo regaremos con frecuencia para que prenda en el suelo.
Si sembramos con una sembradora, un rodillo que va diseminando las semillas por la tierra, debemos dar dos pasadas. Una de arriba a abajo y otra de izquierda a derecha. Formando cuadrículas. De esta manera nos aseguraremos de que el césped nace de manera uniforme, sin que nos queden espacios vacíos.
Si lo hacemos de manera manual, debemos dividir el terreno en líneas e ir tirando la misma cantidad de semillas a un lado que al otro. Una vez diseminadas las semillas, procederemos a compactar la tierra con un rastrillo y efectuaremos el primer riego.
Cuando plantamos césped debemos asegurarnos de que no hay viento. De esta manera el aire no arrastrará las semillas y crecerá por donde hayamos planificado. Hasta que emerja la hierba, debemos mantener el terreno libre de aves y roedores que pudieran comerse las semillas o desenterrarlas. También debemos evitar, en la medida de lo posible, pisar el sembrado. De esta forma no obstaculizaremos el brote.
Si vamos a colocar el césped en una zona que enseguida vamos a pisar, como por ejemplo, las inmediaciones de una piscina, es recomendable colocar un tepe bastante crecido. Debemos consultar cuál es el producto adecuado en una tienda de jardinería. A fin de que la hierba prenda, no es bueno pisarla en los primeros meses de vida. Si, por el contrario, nuestro césped cumple una función más ornamental, es interesante plantarlo desde cero.
Se utilicen tepes o se planten semillas, durante los primeros meses hay que regar la tierra a menudo. Cada vez que la veamos seca y como mínimo dos veces al día. De esta forma lograremos que el césped agarre con fuerza.
Los riesgos del césped para el medio ambiente.
La página web ecologista muhimu.es afirma que el césped es un desastre ecológico. Esta afirmación la basa en el argumento de que se trata de una planta no nativa, manipulada por el hombre con fines decorativos.
Su introducción hace que rompa los ecosistemas naturales, ya que para que prenda en cualquier terreno se utiliza una gran cantidad de fertilizantes que dañan la composición natural de la fauna y flora de la zona.
El césped se puede llegar a convertir en una especie invasora que invade otros terrenos de cultivo desplazando a las plantas autóctonas. Por la acción de aves e insectos, las semillas del césped llegan a otras tierras y crecen de forma salvaje. La manipulación genética de la que ha sido objeto la hacen bastante resistente a los plaguicidas, por lo que cuando esto sucede, es difícil de erradicar.
Otro de los problemas que encierra la colocación de césped en grandes extensiones es el desperdicio de agua. En varias ocasiones se ha encendido la alarma por la desviación de recursos acuíferos destinados a la agricultura para regar, por ejemplo, campos de golf. Algo que es especialmente relevante en aquellas zonas en las que el agua es un bien limitado.
Para cortar el césped se emplean máquinas que funcionan con gasolina. Esto influye en el aumento del consumo de combustibles fósiles y en las emisiones de C O 2. Muchos propietarios cortan el césped entre 2 y tres veces al mes, con la intención de mantener el césped igualado en todo momento. El césped reacciona creciendo más virulentamente, creando un círculo vicioso que, evidentemente, afecta al medioambiente.
En países como EEUU, donde existe la costumbre de plantar césped en todos sitios, se invierten al año entre 47.800 y 82.000 millones de dólares para mantener los jardines.
Cómo minimizar los efectos.
Con un uso responsable de la plantación de césped se puede reducir su impacto sobre los ecosistemas, sobre otros cultivos y sobre la vida en las ciudades, para ello es necesario tomar 4 sencillas medidas:
- Empleo de fertilizantes y abonos orgánicos. Que enriquezcan la tierra sobre la que vamos a plantar sin contaminar las aguas. Los expertos aseguran que con métodos más naturales se obtiene de igual manera un césped fuerte y bonito.
- Combinar el césped con plantas autóctonas. Plantar en una misma área, césped y árboles o arbustos autóctonos contribuyen a preservar el ecosistema natural. Al tiempo que nos aportan sombra, permiten que los insectos y la microflora nativa no se vean desplazadas, cumpliendo su función natural en la polinización de las plantas y en la oxigenación de la tierra.
- Limitar la plantación de césped a lo estrictamente necesario. Hemos visto la cantidad de recursos acuíferos que consume esta planta. Si limitamos su plantación, reducimos también la cantidad de agua necesaria para su mantenimiento. Esto nos lleva a un diseño eficiente de jardines. No es que ya no se tenga que plantar césped, sino que no lo haremos en aquellos sitios donde no es necesario.
- Reducir la siega en temporada baja. En otoño e invierno, cuando disfrutamos menos el césped, no es necesario cortarlo con tanta asiduidad. De esta forma gastaremos menos gasolina con el cortacésped, la hierba profundizará sus raíces y crecerá con más fuerza.
El césped es una hierba manipulada por el hombre, pero ha permitido que disfrutemos de pastos allá donde no existían. Si la plantamos usando productos naturales y de una forma responsable, podemos seguir disfrutando de ella respetando el medio ambiente.